Los nuevos lectores: la formación del lector literario.
Pedro César Cerrillo Torremocha
Hoy
en día, leer no es una actividad que esté precisamente de moda entre los
jóvenes, pues está muy poco valorada en la sociedad y por los medios de comunicación. Por ello, surge un nuevo lector diferente al
lector tradicional. El tradicional es más competente tanto de libros como de
lecturas en internet, mientras que el nuevo es absorbido por las nuevas
tecnologías y prescinde de la lectura tradicional. Esto desemboca en la pérdida de experiencias
lectoras y en la rotura con géneros tradicionales.
Por
otra parte, existen muchos tipos de
lecturas, que a menudo son impuestas en la escuela de forma obligatoria cuando
verdaderamente ha de ser una actividad voluntaria y placentera. Es importante
demostrarles a los alumnos que la lectura es muy importante para ellos y que
les permiten compartir emociones a través de ella. La lectura obligatoria en el colegio está
condicionada por alcanzar una serie de objetivos y la adquisición de una
competencia literaria. Por ello, no se ha de adjudicar a la escuela toda la
responsabilidad en la adquisición de los hábitos lectores, ya que el papel más
importante lo posee la familia. Se ha de fomentar la lectura en el hogar y
hacer de ella algo habitual en la vida del niño. Los niños deben hacer de la
lectura una alternativa de ocio, cosa que no se puede conseguir en la escuela,
pues en ésta la lectura tiene un valor instrumental y no se presta la
suficiente atención a la competencia lectora.
Al
igual que no ha desaparecido el formato de libro convencional tampoco han
desaparecido los lectores tradicionales. Vivimos en una sociedad, en la que es
necesario que seamos lectores competentes y críticos para discriminar todo tipo
de información. Pero a pensar de ello, uno de cada dos españoles no lee
habitualmente y es entonces cuando surge el neoanalfabetismo. Una de las
mayores causas de este neoanalfabetismo es el auge de los medios audiovisuales
y la irrupción de las nuevas tecnologías, donde prevalecen más las imágenes y
los iconos que el texto escrito.
Por
último, para evitar todo lo anterior, es importante que la formación del lector
literario empiece a edades tempranas. A parte de enseñar literatura se debe
enseñar a apreciarla y valorarla. En dicho
aprendizaje, posee un papel muy importante la competencia literaria, ya que
implica toda la actividad cognitiva de la lectura y mide el nivel de eficiencia
del lector ante cualquier texto.
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