El
artículo de Pedro César Cerrillo Torremocha nos habla de la animación a la
lectura desde edades tempranas.
Para comenzar, el autor nos recuerda
que no podemos olvidar que la lectura no es solo el reconocimiento de unos
sonidos, unas sílabas o unas palabras en el conjunto de un texto; sino que leer
es, además, comprender e interpretar, es decir, participar
en un proceso activo de recepción.
Según Cerrillo, aunque se lee más
que nunca, leer es una actividad muy poco valorada por la sociedad. Algunas
causas de esta desnaturalización lectora son por culturales cognitivas o
por otros motivos educacionales. Para acabar con esta desnaturalización, se
pone en práctica la animación lectora.
En cuanto a tipos de lectura nos
remarca que la verdadera lectura es la voluntaria. Por el contrario, las
lecturas obligatorias son las escolares que hay que aceptarlas y realizarlas. Son lecturas que exigen esfuerzo, disciplina, tiempo y dedicación. Para
“atraer” estas lecturas obligatorias, se emplea también la “animación lectora”,
entendida, más que una actividad organizada para el fomento general de la
lectura, como un juego para leer un libro concreto. Pero
el objetivo único de la animación a la lectura deberia ser la mejora de los
hábitos lectores estables.
Entendemos como tales las actividades que programaremos y los mecanismos
que pondremos en marcha para «animar a leer» en distintos contextos, con fines
concretos, y que no tienen por qué ser siempre iguales. También, evitaremos la obligatoriedad
de la animación y que se iguale con un trabajo de clase más. Del mismo modo, es
negativo en una animación: que el libro elegido ya se haya usado con otro fin,
que la animación premie o castigue, que el libro no vincule con los receptores,
que la animación exija un trabajo posterior fuera de la propia animación o que
cuando el texto escogido sea fragmentado, carezca de vida propia.
El autor del artículo concluye con la importante de que las lecturas
obligatorias convivan con las lecturas voluntarias, ya que la suma de las
experiencias de ambas lecturas ayudará a la formación del espíritu crítico del
nuevo lector. El alumno se sentirá, de alguna manera, capaz de ejercer el
juicio crítico con libertad.
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