Desde el inicio la los adultos han decidido qué libros eran
adecuados para los niños y han ido modelando el gusto lector de éstos. El problema
fundamental que se ha encontrado en las recomendaciones de estos libros es que
son escritos por adultos, recomendados por adultos y destinatarios para niños.
Actualmente los libros de literatura infantil son una poderosa
industria pero, a pesar de ello, siguen sin tener un espacio dentro de la
crítica de la televisión, radio, periódicos, etc. Debido a que desde sus
inicios se ha intentado forzar su desaparición o vincularse únicamente a la
instrucción y el aprendizaje.
Con el paso de los años la producción de estos libros ha ido
creciendo, haciéndose necesario un criterio de selección. Dicho criterio puede
atender a motivos económicos, a la desinformación de quien recomienda, motivos
pedagógicos, motivos morales, etc.
Pero ¿quién debe ser
crítico de literatura infantil? Dado que los filólogos no han sido formados
para ello se han encargado docentes, pedagogos y psicólogos. Algunos de éstos, centran
la crítica en una opinión bien fundamentada, atribuyendo sus propios
sentimientos a las obras (crítica proyectiva). Otros, prefieren una crítica más
metódica y analítica.
¿Cómo realizar la crítica? Para ello distinguir que si seleccionamos
no tenemos porque evaluar, ya que se regirá por distintos motivos (temáticos,
económicos…). Mientras que cuando evaluamos hemos de tener una opinión
sobre el libro. Y por último, la crítica sería expresar esta evaluación para
un público determinado.
Entre las dificultades que desentraña esta actividad podemos
encontrar la gran cantidad de libros para niños que se publican, la falta de
espacio para publicar su trabajo, la preferencia por autores reconocidos, la
exigencia de la gente por breves críticas/reseñas, etc.
Para finalizar, se ha de dotar de más espacio a este tipo de
crítica para que haya mayor diversidad de juicios y se potencie una literatura
infantil de calidad.
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